Manolo participó por primera vez en la novillada de 1957, año en el que comenzó a salir de blusa en la cuadrilla de Los Desiguales. Su participación en la becerrada fue casual y motivada por el buen papel que jugó en las vaquillas del Día del Blusa, en las que, armado con media muleta, realizó unos cuantos pasos a la ternerilla. Tanto éxito tuvo, que ese mismo día por la tarde, cuando se produjo un gran desconcierto ante la cogida de Marcos "El Muleto", se le llamó a Manolo, que estaba presente en el graderio, para hacerse cargo de los restantes becerros, no sin recibir antes el permiso por parte del presidente de la plaza.
Al año siguiente, en 1958, su cuadrilla decidió apuntarle como novillero para la becerrada; al ser socio de la peña taurina, tener conocimiento del toreo, y sobre todo por el triunfo alcanzado en la lidia del año anterior, Manolo fue elegido para torear. Este año fue la primera vez que apareció en los carteles, y fue precisamente para ellos para los que hubo de buscar un sobrenombre a Manolo. José Maria Sedano lo bautizó como "el Sputnik", ya que fue ése el año del exitoso lanzamiento del tercer satélite soviético con ese nombre. Tal y como apunta Begoña, mucho éxito tuvieron los dos Sputnik, ya que uno completó su misión y el otro cortó dos orejas. Se contaba con tan pocos medios para estas actividades que Manolo debió pedir prestado el traje corto (el de luces lo dejaban para los toreros) y alquilar la muletilla en un comercio de la calle Cuchilleria.
Pero la carrera taurina fue breve, ya que Manolo decidió que una vez casado, en 1962, dejaría de practicarlo. Aún asi ese mismo año fue solicitado para ser "el sobresaliente", esto es, un novillero experto que en caso de dificultades con los becerros se haría cargo. Lo que en principio debía ser un favor meramente burocrático se convirtió en otra novillada del "Sputnik", ya que el becerro de "el Tamboriles" se resistió a la lidia y hubo de ser Manolo el que dio muerte al astado. Finalmente el 25 de julio de 1969, y ante la falta de voluntarios, Manolo, fue torero por última vez para deleite de sus hijos, emocionados por ver cómo su padre les dedicó una oreja. Aunque en esta ocasión el becerro se vengó de la estocada pisando al bravo novillero y dejando una lesión que hizo recordar durante mucho tiempo al "Sputnik" los peligros del tendido. Como se suele decir, vivió para contarlo, y así lo ha hecho con nosotros.
Sacado del libro MEMORIA ORAL DE VITORIA historias con mayúscula 1940-1965 Fundación Mejora Caja Vital 2008